Esta pregunta solo puede ser respondida individualmente por cada uno de nosotros. Por eso digo «tu mundo», porque todo depende exclusivamente de ti. Como dice uno de los principios herméticos «como es arriba es abajo», o lo que es lo mismo como es adentro es afuera. Por lo tanto, el mundo en el que te desenvuelves y en el que interactúas es tan solo un reflejo de lo que hay en tu interior. Tu mundo de fuera te muestra tu mundo de dentro. Por eso no ves el mundo, ves tu mundo.
¿Qué ves en él? ¿Tristeza o alegría?, ¿abundancia o carencia?, ¿oscuridad o luz?, ¿salud o enfermedad?, ¿amor u odio?... Solo presencias en el exterior aquello que hay en tu interior. Por ende, si no te gusta lo que hay en tu mundo realiza una revisión completa de tus creencias, paradigmas, emociones y pensamientos. Escudriña en tu mente y en tu corazón para averiguar qué valores están operando en tu vida. No puedes ver un mundo amoroso si en ti existen miedos. No puedes ver un mundo confiable si en ti hay envidia. No puedes ver un mundo bondadoso si en ti hay intolerancia. Esto son solo algunos ejemplos.
La invitación del artículo de esta semana es a realizar un cambio de enfoque:
1. Observa qué ves fuera de ti qué te molesta o qué no te gusta.
2. Fíjate que hay de eso en ti; cómo actúas ante esas situaciones y qué piensas sobre eso.
3. Atiende lo que estés sintiendo y mira de dónde viene esa emoción.
4. Mientras haces esto, sé honesto, la mente intentará boicotearte haciéndote creer que todo es culpa del exterior.
5. Asume la responsabilidad de que todo lo que hay en tu vida lo has creado tú consciente o inconscientemente.
6. No te juzgues, sé amoroso contigo mismo.
7. Cambia tu perspectiva desde tu interior y lo verás reflejado en el exterior.
La llave solo la tienes tú. Eres el único que puede abrir la puerta para salir de donde estés en cada momento y encajar las piezas del mundo que quieres ver materializado.
Raquel Izquierdo Dasí